Hablar de suicidio sigue siendo un tema incómodo para muchas personas.
Sin embargo, el silencio puede ser más peligroso que la conversación.
Comprender el dolor ajeno no es sencillo, pero abrir espacios de escucha puede salvar vidas.
Prevenir el suicidio no se trata solo de psicólogos y psiquiatras.
Todos, desde amigos hasta instituciones, podemos marcar la diferencia.
Escuchar sin juzgar, acompañar, validar el dolor de la otra persona…
estos gestos sencillos pueden abrir una puerta a la esperanza.