Nací en La Paz, Bolivia. Tuve una familia tranquila con padres trabajadores, aunque siempre tuve la idea de dar lo mejor de mí. Me lo habían enseñado mis padres y debido al amor que les tenía quería corresponderles, por lo que fui una muy buena estudiante. Aunque fue algo hermoso, también ahí sentí la importancia de lo psicológico. Ser buena estudiante me acercaba a un gran aprecio del profesorado pero a la vez, me aislaba un poco de mis compañeros. Creo que tenía una sensibilidad especial porque esto me afectaba mucho. Sentía cierta soledad y, entre otros episodios de bullying debido a mis calificaciones, comprendí que uno puede tenerlo todo pero nada a la vez.
A pesar de todo tuve a mi familia, apoyándome. Tengo recuerdos de mis padres dándome palabras de aliento y haciendo todo por hacerme sentir valiosa, querida, acompañada. ¡Qué poderoso puede ser un solo gesto para crear tanto internamente!
Me gradué con excelentes calificaciones, aunque la idea de lo importante que era lo psicológico no se había ido de mí. Se esperaba que estudiara medicina o derecho pero de alguna manera tenía claro lo que era más importante: la salud mental. Sabía que no importaba si uno tenia mucho dinero, una posición social o lo que fuera; si no se sentía feliz no tenía nada. Y eso aplicaba poderosamente a todas las personas; sin importar su raza, género, situación social. Por ello lo tenía claro, estudiaría psicología.
Fue una experiencia extraordinaria. Me sentía orgullosa de poder aprender tanto y cuando leía, solía tener la idea de que aquello que aprendía un día lo aplicaría al caso de una persona, un paciente y así fue.
Con los años reforzé la idea de continuar mis estudios en la que consideraba y había definido como lo más importante: trabajar con el dolor. No era solo una carrera, era el sentido de la vida el hacerlo. Por ello, sabia que tenía que continuar mis estudios en Psicología clínica para ser Psicoterapeuta, tratar a pacientes con diferentes problemas psicológicos, enfermedades mentales y trastornos psiquiátricos y lograr su rehabilitación. Era un trabajo desafiante pero a la vez, comprometido, y me hacía feliz.
Con mis primeras experiencias en el ámbito hospitalario descubrí otra parte de mi vocación: la psicología de la salud. También eran pacientes que tenían dolor, pero de otro tipo. Eran pacientes con enfermedades y condiciones médicas pero que eran profundamente afectados psicológicamente por todo lo relacionado a su diagnóstico. Pacientes que habian sufrido accidentes de tránsito, quemaduras y muchos otros que tenian diagnósticos como VIH, cáncer, insuficiencia renal, lupus, reumatismo y dolores crónicos. La intervención y habilidades psicológicas para trabajar con ellos era diferente. En el país, no existia una formación específica al respecto, por lo que lo encontré complementando mis estudios en Abordaje psicológico de enfermedades crónicas y Psicooncología de la Universidad de Cuyo, San Juan y en Cuidados Paliativos de la Universidad Franz Tamayo, a cargo de extraordinarios colegas dedicados a los cuidados paliativos. Descubrí un nuevo mundo que se desarrollaba en la actualidad en Bolivia y del que podía ser parte debido a mis estudios anteriores.
Estudiar psicología clínica infantil fue un reto. Un reto porque sabía que era un área compleja y desafiante en todo aspecto. Se requerían habilidades mayores, mayores conocimientos y una gran predisposición a los retos. Sin embargo, sabía que era lo que sentía. Conocía los efectos de lo psicológico en la infancia para la adultez y los comprendía a profundidad. Fue un nuevo mundo de comprensión clínica. Si antes podía realizar un diagnóstico preciso sobre un paciente ahora podía ir mucho más allá; identificar desde el inicio los factores que habían influído en un diagnóstico y en un paciente infantil, poder visualizar mejor la evolución de un diagnóstico en caso de no tratarse.
Terminando capacitación a Estudiantes de Medicina con el Programa LUCC
Fue y aún es un largo camino, pero que disfruto mucho. Tengo el honor de apoyar a las personas en los momentos de mayor dolor y hacer algo, lo que hace que todo al final, valga la pena. El aprendizaje continúa cada día y seguirá continuando, pero siempre con el sueño de avanzar mucho más no solamente en el consultorio sino a inspirar avanzar en la salud mental y aportar aquello en Bolivia.
}Brindando Capacitación en la Facultad de Medicina de la UMSA
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